-Como ya sabemos, los hombres no son todos iguales, o en todo caso lo
son por oposición. ¿Cómo encuadrarías el título, entonces, en plena época del
empoderamiento femenino?
-El título es un intento de
apropiarse de un lugar común, un cliché que algunas mujeres repiten sobre los
varones. Como la mayoría de los cuentos refieren a vínculos entre varones
(padre/hijo, hermanos, amigos) me pareció que era divertido poner a prueba ese
lugar y ver cuánto de similitud hay entre los varones.
-Los personajes parecen arrastrados por pequeñas tragedias cotidianas,
deudas internas, inquietudes que no terminan de aclarar, les agrada caminar por
la cuerda floja.
-Hay cuentos que son o intentan
ser humorísticos (“Mi vida como Diego”, “La fabulosa vida de Pinocho”), otros
con algún toque de humor, pero el resto creo que son cuentos más bien duros,
incluso sombríos. Creo que hay historias que no dejan mucho espacio para el
humor o la comedia. Me gusta cambiar el registro de cuento a cuento.
-Tu primer libro (Las griegas,
1999) fue de cuentos. ¿Cómo fue volver al género veinte años después?
-Si bien este es mi segundo libro
de cuentos desde hace veinte años, siempre seguí escribiendo cuentos o
estructurando capítulos de mis novelas como si fueran historias independientes.
Pero es cierto que no escribía tantos cuentos juntos desde hacía mucho tiempo y
fue una grata sorpresa la comodidad que sentí con el género. Me dio ganas de
seguir escribiendo cuentos.
-Hace poco la editorial programó un evento donde anunciaste la cuarta
novela de la saga de Verónica Rosenthal. ¿Para cuándo? ¿Cómo convivís con ese
reconocimiento que el personaje ha logrado?
-Espero tener la cuarta novela
para comienzos del segundo semestre del año que viene. Disfruto mucho de contar
historias de Verónica Rosenthal y de su entorno. Vero tiene sus seguidores y me
apuran (por ahora amablemente) para que siga contando sus historias. Me parece
genial que los lectores se apropien de un personaje.
-En alguna reseña leí que estos cuentos vienen de la mano de la
"escritura ágil que lo caracteriza". ¿Te consideras un autor
"ágil"? Con la acepción que se
te ocurra del término.
-Me gustaría ser más agil a la
hora de subir las escaleras del subte o para andar en patines, pero como eso es
una quimera intento mantener una prosa que pegue saltos, suba y baje sin
cansarse ni que canse al lector. No sé si lo logro, pero lo busco.
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