lunes, 29 de junio de 2020

El autor del mes: Salvador Biedma

Salvador Biedma

Salvador Biedma nació en Buenos Aires en 1979. Ha trabajado como corrector, periodista, traductor, editor y librero. Fundó con Alejandro Larre las revistas La Mala Palabra y Mil Mamuts. Fue asistente editorial del sello La Compañía y, entre 2011 y 2014, editor de Galerna. Tradujo a autores como Henry James, Hilda Hilst o Grete Lainer. Estuvo a cargo de una antología de cuento argentino actual para la revista mexicana Punto de Partida. Publicó las novelas Además, el tiempo (La Yunta, 2013) y Siempre empuja todo (Eterna Cadencia, 2018) y el libro de poemas Quizá fuera volviendo (La Gran Nilson, 2017).



No a mucha gente le gusta esta tranquilidad, de María Teresa Andruetto

Cuentos

La literatura ha encontrado muchas formas de trabajar el silencio. Esa condición de mutismo transitorio o definitivo es lo que parece definir a los personajes de No a mucha gente le gusta esta tranquilidad, de María Teresa Andruetto. Ocho relatos protagonizados mayormente por mujeres -como en su libro de cuentos anterior, Cacería- que, como en los tiempos del relato, van del presente al pasado, atrapadas entre la emancipación y la fatalidad; verosímiles, amigables, vívidas, aunque su existencia por momentos se conviertan en una pátina opaca. Dos hermanos aislados en una chacra de campo, ajenos al amor, al mundo, a la palabra; una señora acosada por el temor a la enfermedad; la necesidad de redención religiosa en un velorio azotado por el calor de enero; alguien que regresa al país luego de décadas para encontrarse con un amor fugaz de la juventud; el alcohol y la rebeldía en un pueblo marcado por la inmigración. 

Poeta, novelista, cuentista, ensayista, multipremiada (Fondo Nacional de las Artes, Konex de Platino, Iberoamericano SM, Hans Christian Andersen, White Ravens y más), Andruetto traza estos cuentos, como le es característico, en el arduo trabajo del lenguaje, aunque sin abandonar aquello que también es inherente a su obra: la condición humana. Juega y construye desde la intertextualidad de los epígrafes, y reafirma el dogma de que el cómo va siempre por encima del qué.


Entrevista con Hernán Ronsino

Tus tres novelas (La descomposición, Glaxo, Lumbre) suceden en Chivilcoy, o en una ciudad del interior muy parecida a Chivilcoy.

Sí. Esa cosa de silencio, de hipocresía, pero al mismo tiempo de rumor continuo. Es algo que me llama la atención, cómo se construyen los relatos en ese entramado pueblerino. Estamos en un bar, pasa alguien en bicicleta, y en el bar se disparan un montón de historias secretas sobre ese tipo que incluso el tipo ni siquiera sabe que pertenecen a su propia historia. Un entramado denso que hace que, por un lado, uno sienta que no pasa nada, pero al mismo tiempo sí pasa. Está de un modo controlado, los cuerpos están controlados, disciplinados de un modo violento.

 

La descomposición trabaja sobre el entramado de esos personajes de pueblo, habladurías, historias secretas, con una gran densidad del lenguaje, una escritura casi poética. Cosas que no pasan o que pasan, como un olor, un viento, un atardecer.

Las tres novelas están en la misma línea. El trabajo con el lenguaje es una obsesión. Ahí está el elemento fundamental de la escritura y de lo que a mí me interesa trabajar con la escritura: que un texto tenga un ritmo, una musicalidad.

 

No es hemingwayniana, por ponerle algo que contraste.

Sí. Pero por otro lado, es curioso que en Glaxo –que es la novela que sigue a La descomposición, que, estoy de acuerdo, tiene esa sobrecarga del lenguaje– es una escritura más cercana a Hemingway. Son frases muy cortas, muy breves, muy secas. Y en Lumbre se recupera algo de La descomposición, y me demoro en avanzar en la escritura precisamente por eso, por estar pendiente de un ritmo, de una búsqueda poética. Y hay otro elemento que quería resaltar de La descomposición, que es el contexto histórico, los efectos de la crisis de 2001, que no es un dato menor.

 

¿Los personajes se repiten en Glaxo y Lumbre?

Sí. En Lumbre, que es la más extensa de las tres, aparece en un momento Abelardo Kieffer, ocupando un lugar un poco más secundario, pero de importancia. Y Glaxo es una novela breve compuesta por cuatro voces, cuatro monólogos, y ahí está Bicho Souza, que aparece en La descomposición. Y en Lumbre, el que narra es el hijo de Bicho Souza. Van armando una especie de continuidad. Se le dice trilogía, yo lo pienso como ciclo narrativo. Pero cada una de las tres novelas se pueden leer de manera independiente.


Novedades de junio

Biblioteca Bizarra, de Eduardo Halfon (Ediciones Godot)

La pasión por la lectura, sea en librerías de viejo o en bibliotecas ajenas, el oficio de la escritura, la versatilidad de la lengua latinoamericana, la narrativa de la infancia, la historia guatemalteca del Siglo XX: esta antología de textos publicados en diferentes medios y antologías conecta, incluso, en algunos textos con su libro de cuentos El boxeador polaco.

 

Mágico González. El genio que quería divertirse, de Marco Marzullo (Alta Marea)

La increíble historia de este futbolista salvadoreño. Pudiendo jugar en los mejores clubes del mundo, eligió el modesto Cádiz de España. Reacio a entrenar y a madrugar, sano pero enamorado de las noches y las mujeres, amigo de Maradona y del músico ibérico Camarón de la Isla. Capaz de quitarse lo opuesto para obsequiárselo a alguien en situación de calle, terminó manejando un taxi en San Salvador. Un libro ideal para cualquier enamorado del futbol.

 

Trazado, de Edmundo Paz Soldán (Editorial Cuneta

Selección de cuentos, de los más breves o de lo más extensos, de este autor boliviano nacido en Cochabamba, que abarca el periodo 1990 al 2016.


Cero es un número natural, de Alejandra Zani (Concreto)

Libro de poesía de la joven autora santiagueña. La desconexión con la ciudad, con el mundo a través de internet, lleva a la contemplación, a reflexionar acerca del cuerpo, la naturaleza, las amistades, el linaje matriarcal.