miércoles, 7 de octubre de 2020

Devoción, de Patti Smith

La última novela de la cantante y poeta norteamericana 

Devoción no es un libro que se construya desde lo uniforme, para ser leído como un todo. En su brevedad, fragmentario, cruza géneros como la crónica, la poesía, la fotografía, lo epistolar y la ficción: “un diario de viaje poco riguroso: esbozos de poemas, notas y observaciones hechas sin más motivo que el de escribir algo”. Dividido en tres capítulos (“Cómo funciona la mente”, “Devoción” y “Un sueño no es un sueño”), se presenta como la coexistencia de dos libros en uno, o uno dentro del otro. 

Comienza con un vuelo a París, donde la editorial Gallimard ha organizado una serie de eventos alrededor de los libros de Smith: “una escritora que no escribe va a hablar con unos periodistas sobre la escritura”. El hotel, los cafés, los paseos por la capital francesa, el legado de Albert Camus: “ciudad en la que no se precisa mapa”, París no se acaba nunca. 

Pero la historia se fractura con una imagen de TV y un relato ficcional que empieza a desgranarse en un viaje en tren. Eugenia, una adolescente de 16 de años, es “un hervidero de libertad”: intuitiva, atrevida, con una historia marcada por los conflictos estonios en el período ruso, devota del patinaje sobre hielo, conocerá a un hombre solitario y millonario, mayor que ella, con el que tejerá una oscura pasión que la llevará a la pérdida de la inocencia. Devoción se encuadra en la reconocible prosa poética de Smiths, con imágenes abrasadoras y construcciones que parecen salir flotando de su puño, o de sus entrañas, o de lo onírico, sobre todo cuando se trata de “la intensificación de lo abstracto”, a la vez que secuencia de buceo por sus propias nostalgias, sinsabores, erudiciones, fantasmas y figuras emblemáticas de sus lecturas y filmografías preferidas, para cerrar con una de las más grandes -y pretenciosas- preguntas de la literatura: qué es, por qué escribir.

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